Una campaña Marca País para una nación ofendida

Por Elsa Díaz Coria. Publicado originalmente en El Financiero.

Pocas veces se dan las condiciones para que una nación salga a la luz pública con tanta empatía como la que México ha recibido después del arrebatado embate de Donald Trump contra los migrantes mexicanos. Sería justo aprovechar este momento para posicionar a México a través de una campaña Marca País.

Para ello se requiere del trabajo de despachos multinacionales de comunicación alrededor del mundo para lograr los reflectores de la comunidad internacional (ese trabajo gracias a Trump el país ya se lo ahorro); necesita mantener la credibilidad sobre valores nacionales y convencer sobre atributos intangibles que distinguen a los países como parte de su fisonomía. Requiere despertar interés y respeto del país hacia su gente, su cultura, su calidad humana y otros valores como la innovación, la creatividad, el trabajo, la ciencia, las artes, etcétera.

La naturaleza de estas campañas, en general, está orientada para atraer cuotas de turismo, inversiones y promover exportaciones. No obstante se pueden aplicar para lograr otros objetivos como lo son acuerdos y consensos en materia política, social y económica con otros países, o revertir los efectos de las crisis que sobrevienen después de catástrofes, guerras, conflictos sociales o recesiones económicas. Especialistas en el tema, como los españoles Javier Noya y Fernando Prado, denominan a este ejercicio como diplomacia pública.

El discurso de Trump más que ofender, reivindicó a nuestro país contra la oleada informativa de violencia y narcotráfico, y logró romper barreras impensables: hizo que se creara un frente común entre empresarios de la televisión para responder a sus posturas xenofóbicas con la decisión de no transmitir el certamen Miss Universo a través de sus señales.

Trump ha logrado el desprecio del mundo latino y la indiferencia de sus aliados republicanos. A cambio ha revelado a una población buena y trabajadora como lo es la sociedad mexicana de acuerdo con el consenso que existe hoy en figuras públicas que están avalando la calidad humana de nuestros connacionales. Estamos frente a la oportunidad de crear una imagen distinta a la de ser solamente un destino turístico o de inversiones para la manufactura. Es momento que el país se reponga de la violencia y solvente sus dificultades en la confianza que a su pueblo le tienen otras naciones e intente recuperar algo del liderazgo perdido en el entorno global.

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